¿Qué es el movimiento antipajarista?
Los pájaros no existen. Son un invento del gobierno y las élites para controlarnos a partir de un sofisticado dron de vigilancia. Existían hace mucho tiempo, pero ahora no son sino un recuerdo de ayer en ocre y su aspecto aparentemente natural no es más que un vestigio de una especie ya extinta.
Bajo esta premisa nace el movimiento antipajarista, cuyo germen en España se origina en Besalú, un pueblo medieval de la provincia de Gerona, en Cataluña. Como ellos mismos recogen en su web, Los Pájaros No Existen:
“uno de nosotros (…), mientras paseaba por el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, notó un comportamiento extraño en las palomas de la zona. Una de ellas volaba de manera errática y, al caer, se acercó para investigar. Para nuestra sorpresa, encontró una pequeña abertura en el cuerpo del ave que revelaba cables y componentes electrónicos. Convencidos de que habíamos descubierto algo significativo, decidimos compartir el hallazgo entre nosotros.”
Un testimonio increíblemente revelador.
En una época en la que la preocupación por la privacidad parece ser tenida en cuenta más que nunca, esta comunidad emerge con el objetivo de desplumar la verdad y abrir los ojos al mundo. El movimiento basa su irrefutable argumentario en los siguientes preceptos:
- Como hemos mencionado, las AVES ya no existen, son drones de vigilancia del gobierno. Hagamos uso del pensamiento crítico: ¿alguna vez te has parado a reflexionar sobre qué significa AVE? No hace falta, ya te lo contamos nosotros: Aparato Volador Espía. ¿Casualidad? No lo creo…
- Estas AVEs/drones se recargan en los cables. Seguro que te has preguntado por qué no se electrocutan los pájaros cuando se posan en estos cables. La respuesta es clara: porque no son pájaros, sólo están recargando su batería. Además, gracias al último gran despliegue de 5G se ha permitido que los “pájaros” sean capaces de transmitir información en tiempo real con mayor precisión y cobertura.
- Los ornitólogos son realmente técnicos de drones bajo mandato gubernamental. La investigación científica y de fauna no es más que un espejismo, una fachada creada para hacer reparaciones y modificaciones sin que la población sea consciente de ello.
- La pandemia fue parte de una estrategia del establishment con el objetivo de hacer el primer recambio de baterías de todos los drones. Este suceso histórico ya es conocido por los antipajaristas como “El Gran Recambio».
Si has leído hasta aquí habrás reparado en que se trata de una auténtica teoría conspiranoica sin ningún sentido. Efectivamente, en realidad el movimiento Birds Aren’t Real no es real y surgió en Estados Unidos como una sátira contra las teorías conspirativas.
Birds Aren´t Real: orígenes del movimiento
El origen del movimiento Birds Aren’t Real se sitúa en 2017 y fue promovido por el joven estadounidense Peter McIndoe. Peter decidió comenzar la sátira a raíz de una manifestación pro-Trump que iba en contra de la Marcha de las Mujeres. En la misma manifestación, McIndoe improvisó una pancarta con el mensaje “Birds Aren’t Real” y difundió la teoría entre los manifestantes. Sin darse cuenta, fue grabado y el vídeo se publicó en Facebook, haciéndose viral.
Junto a amigos y simpatizantes construyeron un relato completamente ficticio y que multitud de medios informaron como hecho, provocando el cuestionamiento por parte del público.
Este experimento de desinformación continuó creciendo. Contrataban actores, vendían merchandising y publicaban multitud de vídeos en las redes sociales que se hacían virales. Hasta tal punto llegó el movimiento que, en 2021, un grupo de simpatizantes protestó frente a la sede Twitter reclamando que sustituyeran el logo del pájaro de la compañía:
Aunque Peter siempre ha reconocido este movimiento como una sátira y algo que no es real, consiguieron aparecer en numerosos medios y también desplegaron pancartas en diferentes puntos del país.
McIndoe afirmaba que “Birds Aren’t Real no es una sátira superficial de las conspiraciones desde fuera, sino una sátira desde lo más profundo”
En una de sus últimas apariciones en medios, en TED Talks, Peter zanjaba cualquier duda sobre el movimiento afirmando que “sí, hemos estado difundiendo intencionadamente desinformación durante los últimos cuatro años, pero es con un propósito. Se trata de ponerle un espejo al frente a Estados Unidos en la era de Internet”.
Este movimiento es el que ha sido replicado hace poco por los impulsores de “Los Pájaros No Existen”, convocando manifestaciones como la del pasado 25 de mayo en Barcelona o la próxima del 30 noviembre en Madrid”.
La desinformación y la conspiranoia en la época actual
En esta época de exceso y saturación de información (sobremodernidad, como la definiría Marc Augé), resulta paradójico cómo la desinformación es capaz de propagarse con una velocidad sin precedentes. Las teorías conspiranoicas, por muy absurdas e inofensivas que parezcan, revelan una verdad inquietante de esta sociedad postmoderna: lo vulnerables que somos a la manipulación y cuánto de erosionado está el pensamiento crítico.
El movimiento Birds Aren’t Real pone de manifiesto un problema que puede ser más profundo de lo que parece: la desconfianza general hacia las instituciones tradicionales y la facilidad con la que la ficción puede suplantar a la realidad en la mente colectiva.
El filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman, con su teoría sobre la modernidad líquida, aseguraba que las estructuras estables que antes proporcionaban a la sociedad un sentido de seguridad y coherencia ahora son inestables. El individuo busca nuevos puntos de referencia y narrativas que le ofrezcan sensación de control y comprensión del mundo que le rodea. Estas narrativas conspiranoicas ofrecen explicaciones simples y aparentemente lógicas en un mundo caótico que nunca se detiene. En esta sociedad fragmentada y transitoria, la necesidad de cohesión social aumenta. Las personas pueden volverse más susceptibles a creer en teorías que den respuesta a sus inquietudes sobre cómo funciona el mundo. Teorías que les proporcionen un sentido de pertenencia a un colectivo que comparta sus creencias.
Ahora y más que nunca es fundamental que, como sociedad, construyamos una cultura de responsabilidad informativa y promovamos el pensamiento crítico. Eso sí, es una responsabilidad que se debe asumir desde los consumidores y desde los creadores de contenido.