No es ningún secreto que en los últimos años hemos visto un resurgir de los vinilos en la música y con las cámaras de carrete en la fotografía. Pero lo cierto es que no se tratan de casos aislados curiosos. Puede que respondan a una tendencia a gran escala por recuperar productos del pasado que por diversas razones, ofrecen algo que la tecnología más puntera no es capaz de igualar.
De un nicho al mainstream
Originalmente, el movimiento analógico empezó en un nicho muy pequeño. Un perfil muy concreto de personas que estaban buscando escapar de la “esclavitud” que suponen las nuevas tecnologías o simplemente buscar la melancolía del pasado. Es un fenómeno habitual en la psicología encontrar en determinados estímulos como el tacto, el olor o el sonido de algunos productos una manera de despertar recuerdos y emociones de la infancia. No es de extrañar que la transición tan rápida hacia los sistemas modernos suponga un esfuerzo y un coste para las personas que han vivido esta revolución en las últimas décadas. En la tecnología con la que han crecido encuentran la sencillez y el control que ahora no es tan fácil obtener de un dispositivo de última generación. Por no hablar del innegable estrés que produce estar atento de las últimas tendencias y de no quedarse obsoleto.
Sin embargo, todo esto deja de explicar el ascenso de lo analógico en el momento en que las personas más jóvenes se interesan por ello. Hoy, existen muchos jóvenes que nacieron en un mundo con cámaras digitales, Dvds y Spotify, pero que sienten una atracción inexplicable por los productos que han conocido en películas o en las historias de sus predecesores.
Ejemplos de objetos analógicos que levantan pasiones
Las cámaras desechables, carretes y vinilos tienen éxito entre los jóvenes y explican sus ventas (por ejemplo en Urban Outfitters, un negocio enfocado al público adolescente y juvenil). Pero no solo estos productos triunfan, también el libro en papel sigue siendo el medio más popular frente al ebook, los relojes tradicionales de pulsera, los proyectores y los juegos más antiguos. La reciente viralidad por ejemplo del ajedrez es representativa de esto, pero también incorpora el formato digital para poder jugar online. Hay algo en lo vintage que vende y seduce. ¿Está ligado a una expresión artística especial? ¿a una tendencia en la cultura popular? ¿o a una evasión de la tecnología invasiva?
Ya no se hacen como los de antes
Una frase que hemos escuchado hasta la saciedad y que tal vez ha calado. Sin embargo, puede que tenga algo de verdad detrás. La calidad es subjetiva, pero los nuevos materiales y procesos de fabricación han alterado la durabilidad y resistencia de muchos productos. Como parte de la globalización y la reducción gradual de los costes de producción, se han abaratado muchos productos, pero algunos argumentan que en este proceso han perdido su esencia. Es cierto que utilizar materiales más sostenibles y reciclables contribuye a este fenómeno. Pero también existe un gran argumento detrás de crear productos más duraderos para minimizar el impacto medioambiental. Tener un dispositivo con una vida útil de décadas o que incluso se pueda heredar de una generación a otra es algo que suena inconcebible hoy en día, cuando en el pasado era lo habitual.
Por otra parte, determinados productos han demostrado ser más eficientes en su versión tradicional que en sus múltiples intentos de innovación. El libro en papel es un ejemplo que perdura frente a una minoría que se ha convertido al ebook o al audiolibro. Pero quizás lo más interesante es cuando la tecnología actual respeta y valora la genialidad de algunas creaciones del pasado. Vemos como en el caso de los proyectores, algo que muchos consideraron obsoleto, las innovaciones tecnológicas han permitido mejorar algunos de sus atributos, preservando el concepto original. Esto puede ser uno de los factores detrás de su éxito más reciente. Podríamos extrapolar esto a los relojes de pulsera, que pese a las innovaciones constantes en los relojes con pantalla, con tan solo ofrecer la hora siguen conformando el principal mercado del accesorio masculino.
Luego también existen los productos que buscan precisamente la estética vintage para llegar a un público amplio. Un caso curioso es el éxito de las cocinas de gas, muchos años después de la llegada de la inducción. Redes como Pinterest, donde la decoración de interiores tiene actualmente millones de devotos, ahondan en este retorno a lo tradicional. La madera, las cocinas de hierro o los muebles que perfectamente podrían estar en la casa de tus abuelos logran un éxito tremendo. Pero precisamente, como en el caso de los electrodomésticos, cuentan con las ventajas de la tecnología moderna para ofrecer grandes prestaciones, pese a tener un aspecto de otra época. Y precisamente por esto se paga muy caro.
La esencia
Es un concepto que en la publicidad y el propósito enfatizan mucho las grandes marcas. Y no es casualidad que muchas de las mayores empresas hoy en día, tengan muchos años de historia. Parte del éxito se debe a preservar una serie de características esenciales, que les aseguran su puesto en el mercado para la posteridad. Estamos hablando de productos insignia como el perfume Nº5 de Chanel, la receta de Coca-Cola o el imperturbable Levis 501 entre muchos otros. Y precisamente debido a la posición de estas marcas, hay nuevos productos buscando encontrar esa clave del éxito entre los consumidores, rescatando productos descatalogados o de la memoria colectiva. Un caso de éxito muy reciente es la resurrección del Nestlé Jungly. Pero también podríamos incluir los numerosos juegos de mesa o de plataformas que han visto grandiosos reboots.
Con el caso del vinilo se podrían verter litros de tinta (un concepto anticuado también). Los grandes artistas lanzan sus discos nuevos también en este formato, con un precio muy considerable teniendo en cuenta que está disponible siempre de manera gratuita online. Pero su encanto reside en lo tangible, en su peso, tacto y sonido único. El debate sobre la calidad del sonido es irrelevante porque el vinilo tiene un encanto intrínseco que prevalece por encima de los kbps y los kHzs. Esto también se percibe en el proceso de reproducción, cuidadoso y meticuloso para no rayarlo, y en su delicado almacenamiento (para algunos todo un ritual). Además, resulta fascinante escuchar en la música moderna no solo un respeto por los ritmos y melodías del pasado, sino una presencia constante de esta música de una forma u otra. Ver samples que reverberan a lo largo de distintas décadas o versiones nuevas de temas históricos es en sí un suceso digno de estudio.
Igual que el vinilo, la fotografía analógica es un caso excepcional donde la practicidad y el precio son indiferentes para su demanda. Cualquiera que conozca el arduo proceso de revelar unas fotos y encontrarse con un carrete velado puede pensar que volver a esto es impensable. Pero hay algo que va más allá del proceso, algo mágico que logra que el que lo prueba se quede prendado de este formato. Ya sea la espera y la incertidumbre de saber cómo han salido las fotos, el grano y la luz que ningún filtro digital puede imitar o el desenfoque que se incorpora a la imagen como un valioso regalo. En la proliferación de los influencers y los perfiles de redes sociales con extrema consideración por la imagen personal, lo analógico ha logrado hacerse un hueco. Tanto para transmitir emociones con mayor efectividad como para destacar entre los demás, lo vemos entre las grandes estrellas.
Se podrían llevar estas reflexiones al mundo del motor, dónde los coches eléctricos requieren imitar el sonido del motor de combustión para poder transmitir la sensación de conducción que buscan los consumidores de manera inconsciente. También al mundo de la moda donde las texturas y cortes tradicionales experimentan tímidas renovaciones pero mantienen un peso hegemónico. La lista completa es difícil de abarcar, pero el proceso detrás de este comportamiento hoy en día es fascinante. Un hilo conductor detrás de los productos y servicios que cumplen esta tendencia es la vinculación mayor o menor al arte. La posibilidad de obtener un valor añadido sentimental o intangible. Quizás también la oportunidad que ofrecen para la introspección y el aislamiento del ruido y monotonía. Y la garantía de que tus datos están a salvo.
Contribuyendo a este valor intangible que está detrás de esta tendencia por los productos analógicos está la imagen que transmiten. En un mundo saturado de información y estímulos, lo vintage comunica la decisión de centrarse en lo importante y lo auténtico. Estos productos atemporales pueden representar un refugio frente a los cambios constantes del presente y las tendencias más disruptivas. Por lo tanto, es una señal de la fatiga que un segmento de la población experimenta, y una consecuencia más de los tiempos que corren. Resulta una conclusión importante para comprender las tendencias que triunfan en ventas pero también la ideología global moderna. No todos los humanos son partícipes del consumismo desenfrenado, o por lo menos buscan cosas más duraderas en el mercado.
A modo de cierre sobre este tema infinito, creo que precisamente la esencia de este fenómeno reside en los sentidos. Puede que por casualidad o por genialidad, algunos productos son capaces de tocar lo más profundo de nuestra sensibilidad y nuestro subconsciente. Al hacerlo logran convertirse en algo más que un objeto de nuestra cotidianidad, transformándose en la manera en que percibimos y disfrutamos del mundo que nos rodea. Estos casos son dignos de perdurar en la historia, y más allá de obtener ingresos prácticamente imperecederos, son en sí mismos una manera de abrazar nuestra historia y progreso. También su éxito puede ser una señal reconfortante al saber que el mundo puede tener muchas personas con la predisposición de apreciar y valorar algo más allá de lo inmediato y práctico.