Aunque parezca ciencia ficción, ya existen empresas que pueden clonar tus mascotas. ¿Por qué querrías gastar tus ahorros en una copia genéticamente idéntica de tu perro o gato? Para algunos es una manera de hacer que les acompañen durante mucho tiempo, pero también abre una delicada veda. Te contamos sobre cómo funcionan las empresas que clonan a tus mascotas.
ViaGen Pets y Sinogene
Estas dos empresas son las que lideran el mercado de la clonación animal por el momento. Su oferta está enfocada a aquellas personas que tienen un vínculo muy especial con su mascota, y le consideran un miembro más de la familia. Para realizar la clonación, es necesario enviarles una muestra genética de la mascota, incluso después de que haya muerto. Aunque recomiendan enviar las muestras mientras todavía viva para mantenerlas congeladas por un coste de entre 100 y 300 dólares al año. Una vez quieras crear el clon genéticamente idéntico de tu perro o gato, deberás desembolsar en torno a 50,000 dólares. Desde las empresas especializadas, aseguran que al tener el mismo material genético será muy similar físicamente pero también en cuanto a su inteligencia y comportamiento. Esto último no está científicamente probado, pero al compartir los mismos genes, sí que será ciertamente muy similar.
Desde ViaGen Pets y Sinogene confirman que cada vez más amantes de los animales están contratando sus servicios y congelando los genes de sus mascotas en vida. Aunque lo habitual es clonar perros y gatos, que al fin y al cabo son los animales de compañía más habituales, también se puede hacer con caballos. En el sector equino, resulta muy valioso poder replicar los caballos con los mejores rasgos de competición, por ejemplo. Pero normalizar esta práctica puede suponer un peligro por sus implicaciones en el largo plazo. Por no hablar de que la falta de evidencia científica supone unos riesgos desconocidos.
Los peligros de las empresas genéticas
Solo hace unos días se ha vivido un escándalo en torno a la empresa 23andMe debido a la filtración de los datos genéticos de millones de personas. Dada la escasa legislación en muchos temas genéticos y biomédicos, hay empresas lucrándose de la alegalidad que se presenta. Es decir, sus acciones no son exactamente legales ni ilegales, se sitúan en la zona gris intermedia. Con el caso de la clonación, sucede lo mismo. La clonación de humanos está terminantemente prohibida a nivel mundial por las leyes internacionales, pero los resquicios legales hacen que en muchos sitios se pueda aplicar en animales o mascotas. A medida que la tecnología avanza y se vuelve más accesible, la posibilidad de clonar a nuestras mascotas se convierte en una realidad tangible. Sin embargo, con esta capacidad vienen una serie de dilemas morales y éticos que merecen reflexión.
Aunque un clon puede ser genéticamente idéntico, no compartirá las mismas vivencias ni recuerdos que el ser original, cuestionando la autenticidad de su existencia. Además, el proceso de clonación no está exento de riesgos, pudiendo resultar en complicaciones de salud para el clon. Esta práctica también podría ser vista como una evasión del proceso natural de duelo ante la pérdida. Con innumerables animales esperando adopción, surge el dilema sobre la ética de invertir recursos en clonación. Además, la percepción de nuestras mascotas podría transformarse, pasando de ser compañeros únicos a objetos replicables. A largo plazo, la clonación masiva podría amenazar la diversidad genética de las poblaciones animales. Es imperativo que la sociedad ponderé estas cuestiones antes de embarcarse en la clonación de sus mascotas.