Si no conoces a este personaje de internet, agárrate porque puede competir directamente con Bryan Johnson y su Blueprint. Lo cierto es que Graham Hancock lleva décadas publicando libros sobre civilizaciones perdidas, alienígenas y versiones alternativas de la historia. Sin embargo, ha sido en los últimos años que ha captado a un gran número de personas que creen sus teorías, gracias a su serie en Netflix y sus entrevistas con Joe Rogan. Analizamos el fenómeno que ha enfurecido a la comunidad científica.
Los apocalipsis del pasado y otras obras controvertidas
No es de extrañar que Netflix haya dado voz a un personaje como Graham Hancock, dada la cantidad de seguidores que se encuentran fascinados sobre sus teorías. Sin embargo, lo que resulta reseñable es la reacción de la Sociedad Americana de Arqueología, que ha presionado a la plataforma de streaming para calificar este documental como ciencia ficción. Según han dicho, el documental afecta de forma negativa a todos los arqueólogos del mundo. Esto responde a una batalla que llevan luchando los expertos durante años para desacreditar a Graham Hancock. ¿A qué se debe tanta indignación? El principal factor es que Graham Hancock no es un arqueólogo, sino un escritor. Él mismo se define como un reportero de investigación, pero lo cierto es que existe poca credibilidad detrás de sus hipótesis. No se puede negar el talento para contar historias, de Graham Hancock, dada su potente imaginación y su convincente retórica. El uso de tecnicismos y un depurado lenguaje demuestran que sin duda es una persona con grandes habilidades sobre el papel, pero en la práctica sus teorías carecen de pruebas. Al menos por ahora.
¿Cuál es la teoría de Graham Hancock?
Sin entrar en mucho detalle, la principal teoría que Graham Hancock comparte en sus numerosas publicaciones es la existencia de una civilización tecnológicamente avanzada que desapareció hace 12,000 años. Según cuenta, sería un pueblo anterior a Egipto, Mesopotamia y Babilonia. Sin embargo, sus incomparables avances fueron transmitidos en pequeña escala a algunos de los sucesores, lo cual explica la construcción de maravillas como las pirámides. La razón de la desaparición y olvido de esta civilización se debe a una catástrofe como el gran diluvio del que habla la Biblia o un meteorito como el que acabó con los dinosaurios. Pero los expertos afirman que es completamente imposible que una civilización como la que describe desapareciese sin dejar ningún rastro. Entre otras de sus teorías, también vemos que Graham Hancock defiende la existencia de la Atlántida en el pasado y el uso de los alucinógenos para contactar con especies extraterrestres. Tal y como denuncian los arqueólogos profesionales, este contenido puede ser perjudicial para su credibilidad. Pero también hace sombra a la memoria de muchos pueblos indígenas al atribuir a una civilización perdida el mérito de sus avances tecnológicos.
La pseudociencia vende
No hace falta buscar mucho para comprobar que las entrevistas de Graham Hancock acumulan millones de visualizaciones. El primer podcast que compartió con Joe Rogan cuenta con nada más y nada menos que 26 millones de visitas. Pero esto es solo el impacto del pseudo arqueólogo en YouTube. Todo indica a que la serie de Netflix, pese a la controversia que ha generado, ha sido un éxito. Esto responde al sencillo hecho de que las teorías de la conspiración venden, y cuanto más extrañas e increíbles son, mejor. En cuanto a los libros del autor, se han traducido a 30 idiomas y han vendido más de 9 millones de copias. El misterio y la curiosidad no deja de ser una de las técnicas más efectivas de marketing para conseguir ventas.
En los últimos años, los mayores defensores de la ciencia han visto con horror como las grandes cadenas de documentales han apostado por los contenidos pseudocientíficos. Desde Discovery al canal Historia, e incluso el National Geographic, han indagado en las teorías más suculentas para atraer espectadores. Se pueden incluir dentro de esta fiebre todos los documentales sobre ovnis, templarios, illuminati, fantasmas o el triángulo de las bermudas. Por desgracia para los expertos, estos temas atraen a muchos más espectadores que el rigor científico. Con mayor o menor respaldo teórico, estos documentales resultan fascinantes por la curiosidad e intriga que despiertan. Al fin y al cabo, a todos nos gusta una buena historia, pero el problema es cuando genuinamente se confunde la ficción con la realidad. Ahí es cuando resulta preocupante que muchas personas crean en el terraplanismo o los microchips en las vacunas…