Aunque parezca mentira, este concepto surgió como un meme pero ha ganado mucha popularidad en Silicon Valley. El aceleracionismo efectivo se trata de una corriente que defiende el avance tecnológico como la clave para el progreso de la humanidad. Esta nueva filosofía pretende encaminarnos hacia un futuro utópico, pero no podemos negar el riesgo que tiene de lograr lo contrario.
¿Qué es el aceleracionsimo efectivo?
Hablar de una nueva filosofía resulta impensable en pleno siglo XXI, teniendo en cuenta la cantidad de teorías y pensadores que han pasado por la tierra. Las raíces del aceleracionismo se pueden encontrar en algunas de las reflexiones de Nietzsche o de Marx. Su máximo exponente es el filósofo birtánico Nick Land. Lo cierto es que el aceleracionismo abarca distintas interpretaciones tanto desde una óptica de izquierdas como de extrema derecha. Pese a que puede caer en términos contradictorios, lo que busca es la intensificación del crecimiento capitalista en aras de lograr un avance tecnológico que transforme profundamente la sociedad. Dependiendo del grado de radicalismo, el aceleracionismo puede llegar a defender el progreso tecnológico por encima de cualquier cosa y a cualquier precio. Sin embargo, no dista tanto de los proyectos transformadores a los que han aspirado los grandes dictadores del siglo XX. Evidentemente, esta es una ideología muy peligrosa, pero esto no ha evitado que los usuarios de Twitter (X) la usen para ironizar y bromear.
El punto al que ambiciona llegar el aceleracionismo efectivo se denomina singularidad tecnológica. Este sería, por así decirlo, como alcanzar el punto de no-retorno con el progreso tecnológico. Es decir, llegar al punto en que los avances tecnológicos se vuelven inevitables e irreversibles. Dado el carácter cíclico de los modelos de IA, capaces de retroalimentarse y aprender de forma autónoma, podría llegar un punto en que verdaderamente suceda la singularidad tecnológica. El propio sistema se volvería dependiente de la innovación y la tecnología. Pese a que suena muy perturbador, los defensores del aceleracionismo efectivo defienden que mediante esta explosión de inteligencia, sería posible alcanzar una superinteligencia y elevar a la humanidad muy por encima de lo que apenas se puede imaginar hoy. Por supuesto, nos promete un futuro prácticamente perfecto. Pero no podemos negar que esta ideología requiere de un férreo tecno-optimismo. El cual casualmente abrazan muchos desarrolladores de tecnología puntera en Silicon Valley.
Marc Andressen es uno de los artífices de este movimiento con su manifiesto tecno-optimista. Defiende que la tecnología puede ser capaz de solucionar todos los problemas a los que nos enfrentamos como especie. Además, apunta que debemos luchar contra el pesimismo que tenemos en torno a la IA o el crecimiento poblacional. Sin ir más lejos, cree que la tierra está infra poblada y que deberíamos aspirar a ser por lo menos 10 veces más humanos en el futuro. Muchas de estas teorías resuenan con ideas que ha compartido Elon Musk en numerosas ocasiones. El hombre más rico del mundo defiende que efectivamente deberíamos contemplar el crecimiento demográfico como algo positivo y que la tecnología eventualmente va a poder solventar todos los problemas de la humanidad. Él mismo predica con el ejemplo ya que tiene 11 descendientes. A través de Tesla busca también difundir que el propio cambio climático se puede solventar con avances tecnológicos. Y la exploración espacial también está muy ligada al aceleracionismo ya que uno de los pasos claves para lograr la singularidad implica volvernos una especie multi planetaria.
Desde luego, resulta seductora la utopía que dibujan estos hombres, ¿pero qué sucede con los problemas que crea la propia tecnología?
La otra cara del aceleracionismo
Uno de los pilares sobre los que se sustenta el aceleracionismo es el crecimiento imparable del capitalismo. Se trata de la antítesis de las teorías sobre el colapso y el decrecimiento. Pero indudablemente, se tendrá que dar un futuro que se asemeje más a una de las dos teorías. Gracias al enorme progreso que hemos vivido con la IA en el último año, la teoría del aceleracionismo ha tomado fuerza. El enorme potencial que ha demostrado que tiene esta tecnología, impulsa a estos pensadores a crear hipótesis cada vez más ambiciosas. Otro de los pasos clave para llegar a la singularidad tecnológica implica desarrollar la AGI (Inteligencia Artificial General). Este sería el camino para lograr una superinteligencia que supere las limitaciones biológicas del cerebro humano. Pero una vez nos acerquemos a este punto, los defensores del aceleracionismo creen firmemente que la tecnología será capaz de elevarnos a niveles impensables como especie. Por ejemplo, hablan de energía ilimitada, control sobre el clima o una era de abundancia que erradique la pobreza.
No se puede negar que el aceleracionismo efectivo esconde grandes similitudes con el fanatismo. En este caso, la tecnología es la fuente de esta devoción irracional e inquebrantable. Se pueden ver lemas como “acelerar o morir” en redes sociales o eventos de Silicon Valley. Estos defensores a ultranza del progreso tecnológico son grandes opositores a la regulación de la IA. Consideran un error no dar rienda suelta al desarrollo de la tecnología en favor de lograr la ansiada singularidad. La radicalidad e improbabilidad de algunas de sus ideas hacen que muchos consideren el aceleracionismo como un movimiento marginal e inofensivo. La cuestión es que los círculos entre los que triunfa esta filosofía son precisamente aquellos entre los que se encuentran algunas de las mayores fortunas del momento, y los líderes de empresas que están encabezando la revolución tecnológica que estamos viviendo. Nos resulte tranquilizador o perturbador, la singularidad tecnológica puede no estar tan lejos. ¿Acaso podemos dar marcha atrás ya con el progreso tecnológico? ¿Es posible vivir hoy sin tecnología?
Parece que la sociedad está tomando conciencia de los peligros que esconde un progreso tecnológico salvaje y sin regulación, como demuestra la primera ley europea sobre la IA. Pero por desgracia todavía no podemos saber si será suficiente, o acaso ya hemos emprendido un camino del que no se puede volver. Entre los escenarios funestos que nos pueden deparar las distopías tecnológicas, en la ciencia ficción encontramos tan solo algunos ejemplos de los peligros que esconde el aceleracionismo. ¿Queremos vivir en el mundo feliz de Huxley? Desde luego ahí se habían eliminado los principales problemas de la humanidad, pero quizás a un precio que nos hace cuestionarnos si merece la pena.