Pese a que puede estar pasando desapercibida con toda la atención que reciben los chatbots y la IA, el IOT (Internet of Things o Internet de las cosas) va a cambiarlo todo. No solo va a tener un efecto sin precedentes sobre los dispositivos que estamos acostumbrado a usar en nuestro día a día, sino en la misma forma en que trabajamos. Las empresas llevan tiempo invirtiendo y preparándose para una revolución que está más cerca de lo que puede parecer.
¿Qué es el IOT? El internet de las cosas
Un concepto que llevamos tiempo escuchando pero que permanece como algo difícil de entender exactamente. La intención del IOT es conseguir que todos los dispositivos puedan comunicarse entre sí para compartir información y de este modo funcionar de la manera más eficiente. Mediante sensores y la nube, los dispositivos pueden conocer el mundo físico, y compartir automáticamente esa información con los demás. Pero esto ya está sucediendo, ya que actualmente hay unos 15 billones de dispositivos conectados. Sin embargo, percibiremos un cambio real según esta cifra se multiplique en los próximos años y el mundo se vuelva verdaderamente hiperconectado. La región dónde mayor implementación observamos es China, seguida de Europa y Norteamérica.
¿De qué cosas?
En una primera instancia se especula con prácticamente todos los dispositivos digitales, pero también determinada infraestructura pública y privada. No solo hablamos de utensilios domésticos, el sector empresarial e industrial también tiene a su alcalde introducirlo en todas sus herramientas más sofisticadas. El IOT va mucho más lejos de la simbiosis entre tu smartphone, smartwatch y ordenador. Esto ha sido posible gracias a que los costes de programación, big data, análisis, acceso a la nube y tecnología móvil se están reduciendo. Además, los grandes avances en IA y machine learning van a acelerar este proceso de manera exponencial, junto con los límites de sus funcionalidades. Muchos definen la llegada masiva del IOT como la cuarta revolución industrial o Industry 4.0. Esto se debe a sus posibilidades de implementación transversal en prácticamente todos los sectores.
En primer lugar, dentro de la fabricación de productos, el IOT permite que todas las máquinas del proceso de producción estén conectadas y se ajusten a la información constante que producen y comparten. Además, el mantenimiento de las máquinas puede ser monitorizado en tiempo real, e incluso automatizado. Se están creando sistemas predictivos incluso de cara a mantener la línea de producción en funcionamiento pese a cualquier problema. Con un proceso de suministro y fabricación completamente autónomos, se pueden recortar enormemente los gastos y asegurar un flujo constante de productos con una alta calidad. Además, la detallada base de datos que se crea en el proceso permite hacer un micromanagement de aspectos hasta ahora muchas veces desconocidos o incontrolables. Esto mejorará la productividad y las oportunidades de negocio.
A nivel logístico, es una realidad que las grandes empresas de distribución como Amazon ya cuentan con este sistema. Las macroplantas que tiene la empresa por todo el mundo cuentan con robots que filtran los productos por categoría y destinatario con un nivel de precisión sorprendente. El funcionamiento de estos almacenes inteligentes requiere de una supervisión humana de las tareas de estos robots, pero logra recortar de manera sustancial el tiempo de entrega de sus productos de esta manera. Amazon pretende extrapolar esta tecnología a supermercados y toda la cadena de distribución, por ejemplo con la integración de drones. En su caso, pueden recopilar una valiosa información sobre sus clientes y sus hábitos de compra, y ofrecer un seguimiento a tiempo real del producto sin precedentes. El inventario puede estar más seguro y controlado que nunca.
Sin duda donde encontramos las implementaciones más transformadoras es dentro de la infraestructura pública. La red de transportes muy pronto contará con numerosos sensores para conocer la situación del tráfico a tiempo real en todo el mundo. Si le sumamos a esto la difusión de vehículos inteligentes, puede que los accidentes y atascos se puedan prevenir incluso antes de que sucedan. Un escenario insólito es que la sanidad se puede aprovechar de poder monitorizar la salud de los ciudadanos en todo momento mediante pulseras o implantes, para ofrecer una asistencia casi inmediata. O el material sanitario mismo puede estar conectado a una red para una gestión más eficiente. En el caso de una crisis o catástrofe, los gobiernos podrán intervenir de manera inmediata y lograr evacuaciones en tiempo record, salvando incontables vidas.
Eventualmente, cuando todo lo que nos rodea pertenezca al IOT, podremos vivir en un escenario muy futurista. Pero esto no está para nada lejos del presente. Actualmente se calcula que más de un 60% de los dispositivos están interconectados, y alcanzaremos el 75% en 2025. Según nuevas utilidades para esta conectividad se lleven a cabo, su implementación será a un ritmo acelerado. Tener un hogar conectado que puedes calentar, enfriar, vigilar, limpiar o incluso mantener lleno de comida fresca es para muchos vivir en el futuro, pero forma parte de nuestro presente más inmediato. La revolución ya está sucediendo.