Las facilidades que ofrece el país indonesio para atraer a nómadas digitales de todo el mundo están convirtiendo el paraíso tropical en un coworking gigante. No solo el nivel de habitantes está aumentando de manera preocupante, sino que los planes a largo plazo para la isla son insólitos.
Bali, el destino perfecto, hasta que deja de serlo
Desde fuera, la isla paradisiaca parece un reclamo sin igual para encontrar paz y tranquilidad. Pero también se ha convertido en un sitio al que ir con tu portátil para trabajar desde la desconexión. En esta ecuación, algo ha fallado para conseguir que un lugar así se vuelva atestado de occidentales, en los que algunos se han atrevido a encontrar una mentalidad neo-colonialista. Desde 2021, el ministerio de turismo aprobó la propuesta de crear una visa particular para atraer a nómadas digitales. Mediante esta visa, personas de todo el mundo pueden trasladarse durante cinco años sin tener que pagar impuestos en lo que han denominado como una “workcation”. Pero combinar esos dos conceptos no funciona como lo planeado. Por ello, desde diciembre han incluido nuevos requisitos como tener unos fondos de al menos 140,000 dólares en un banco local o comprar una propiedad por ese valor.
Claramente la intención del gobierno indonesio es conseguir una gran inyección extranjera y explotar aún más el turismo laboral, un sector que ya en Bali supone el 60% del PIB. Por lo tanto, ahora se ha convertido en un destino para las fortunas digitales, en cierto modo como un coworking en forma de isla. De esta forma, ofrecer las ventajas de estos emplazamientos tan populares, como poder tener unas dinámicas de trabajo flexibles y conocer a otros emprendedores del sector. Como sucede en destinos del caribe o muchos otros lugares con turismo de playa, se crea una peligrosa infraestructura de trabajos precarios enfocados a mantener el constante flujo de visitantes. Además, con la diferencia de poder adquisitivo que tienen muchos empresarios con sus sueldos en países europeos o norteamericanos, ha aparecido el fenómeno de una clase media que vive en condiciones de lujo gracias a poder teletrabajar. Dentro del sector del marketing digital, puedes encontrar a muchos autónomos o pequeñas empresas que se han trasladado allí.
El presente y futuro de Bali
En el éxito de Bali, tuvo un papel crucial el impacto de los influencers y las redes sociales, promoviendo un estilo de vida prácticamente perfecto por lo que aseguraban era un coste asequible. Y le sumamos las oportunidades de hacer networking con tan solo pasear por la playa o esperando una ola para surfearla. Además, determinados proyectos se han lucrado de esta imagen cosmopolita y futurista que desprende Bali, creando villas sostenibles o incluso flotantes en toda la región. Destacan algunos proyectos de ciudades sostenibles llevados a cabo por españoles. Lo que parece una iniciativa sin ningún impacto medioambiental y completamente neutral con el entorno, tiene otros problemas sociales ligados. Puede que en los próximos años incluso veamos cómo se crean nuevas islas artificiales para satisfacer la demanda. El proyecto de una ciudad flotante para 60,000 personas ha dado mucho de qué hablar. Parece que estos escenarios futuristas están reservados para las élites extranjeras.
Como sucede cuando un lugar así adquiere fama internacional, el nivel de visitantes está cerca de volver la zona inhabitable. Ya son muchas las voces que deciden dejar la isla por los elevados niveles de contaminación, tráfico y ruido. Además, la subida de precios y de alquileres hace que los habitantes locales se vean obligados a abandonar su hogar en una gentrificación incluso fuera de la isla. Por no hablar del impacto en la cultura local y la comodificación de monumentos y emplazamientos religiosos. Vivir en Bali cada vez es menos rentable con la subida constante de precios, y el deterioro de los paisajes por el excesivo turismo hace que esté perdiendo su encanto inicial, habiendo desplazado en el proceso a sus habitantes. Ahora este fenómeno parece darse en ciudades europeas como Lisboa o Barcelona, que se han incorporado a la moda de los nómadas digitales y todo indica que van a correr la misma suerte.
El teletrabajo cada vez es la opción más interesante (y rentable)
Desde la llegada de las nuevas tecnologías, el teletrabajo ha sido una tendencia en crecimiento de popularidad. Inicialmente era un concepto rompedor y poco habitual, hasta que llegó la pandemia. En cierto sentido, el Coronavirus obligó a todas las empresas a dar el salto digital de manera precipitada. En retrospectiva, este salto habría sucedido sin la pandemia, pero de manera más gradual y en un periodo de unos pocos años más. Ahora, ya se ha convertido en algo habitual para la mayoría de empresas, sobre todo cuando utilizan recursos digitales. Según el INE, estamos hablando ya de un 14% de la población ocupada en 2022 que trabaja desde su casa (o por lo menos lejos de su oficina), aunque tras la pandemia ha predominado la modalidad híbrida.
Las ventajas de este formato de trabajo son evidentes, tanto para los trabajadores como para los empresarios. A nivel económico, recortar en gastos de oficina y desplazamiento es enormemente rentable. Pero principalmente, puede suponer un aumento en la calidad de vida de los empleados. Si se realiza de manera adecuada, puede facilitar la conciliación familiar, la flexibilidad de horarios y la autonomía de trabajo . Por otra parte, también cuenta con sus críticas con respecto a favorecer el sedentarismo, limitar el team-building y promover precisamente los problemas de gentrificación ocasionados por los nómadas digitales.
Bali ya no está tan lejos, la turismofobia la tenemos muy cerca
Con el deterioro de la calidad de vida en Bali, vemos como Europa es cada vez más el nuevo destino de moda para este sector multinacional. Barcelona destaca entre las ciudades que están experimentando este fenómeno cada vez más de cerca, y que ofrecen atractivas visas de trabajo. Un clima agradable, con la cercanía del mar mediterraneo y la alta montaña a tan solo unas horas han creado el destino perfecto para un perfil de trabajadores modernos. Con cierto poder adquisitivo y con interés por la cultura, el deporte o la fiesta, este prototipo de turista pobla la ciudad condal cada vez más. Como hemos observado en Indonesia, esto tiene los efectos de la gentrificación detrás. Por un lado estimula la economía y crea nuevos negocios locales enfocados a satisfacer las necesidades de los nuevos habitantes. Pero como los barceloneses están observando, la subida de los alquileres y los precios de prácticamente de todos los productos y servicios, hace que las familias se vean desplazadas cada vez más lejos del centro.
Muy ligado a este fenómeno, encontramos como cada vez se pone más énfasis en promover un turismo sano y respetuoso. No solo para evitar perjudicar a los habitantes de cada destino, sino también para asegurar que la experiencia del propio turista sea mejor. Cuando vemos la llegada masiva y descontrolada de visitantes, por ejemplo mediante los famosos macro-cruceros, es difícil pensar en cómo ambas partes pueden beneficiarse de la situación. Dentro de España, se vive de cerca el impacto negativo del turismo estacional, con la precariedad laboral que conlleva, junto con el turismo de poca calidad ligado a la playa y los excesos. Tenerife está cerca de correr la misma suerte que las islas indonesas. Este modelo es claramente poco constructivo y cada vez hay más presión por encontrar una alternativa. En países bajos por ejemplo, en temporada alta establecen un límite a la capacidad de los hoteles, una interesante manera de regular la llegada de visitantes. Pero con el éxito de Airbnb por ejemplo, quizás se necesitan medidas más drásticas.
Lejos del debate político, el fenómeno de los nómadas digitales puede traer grandes cosas consigo. Poder trabajar desde distintos países y en el proceso conocer personas de muy diversas culturas es en sí extremadamente constructivo. Al vivir las distintas realidades que se dan simultáneamente en el mundo moderno, se puede adquirir conciencia sobre los retos a los que nos enfrentamos en el futuro más inmediato. Quizás esta forma de vida pueda dar lugar a ideas para beneficiar a toda la sociedad desde un punto de vista más global. Pero también para lograr esto, una gestión adecuada de las nuevas dinámicas de trabajo es indispensable.