Igual que sucedió con el tabaco hace tiempo, todos sabían que era perjudicial, pero hizo falta tiempo hasta que la sociedad fue plenamente consciente de sus peligros. Con las redes sociales y el uso de los dispositivos móviles, todos sabemos que puede ser negativo en exceso, pero resulta complicado deshacerse de ellos. Esta semana, la Asociación Española de Pediatría ha presentado nuevas recomendaciones para proteger a los más pequeños. A muchos padres parece que les cuesta predicar con el ejemplo…
Plan Digital Familiar
Este es el nombre de la guía que ha compartido la AEP para minimizar el impacto negativo de las pantallas en los menores. Lo cierto es que responde a una preocupación real ante el daño que pueden sufrir muchos niños en el largo plazo debido a pasar incontables horas frente a distintos dispositivos electrónicos. Dada la irrupción tan rápida de esta tecnología en nuestra sociedad, difícilmente ha sido posible evaluar los efectos adversos de la sobreexposición en el crecimiento y desarrollo. Además, para los padres resulta imposible poder tener como referencia la forma en que otras generaciones afrontaban este tipo de problemas. Por no hablar de que los propios padres frecuentemente utilizan los dispositivos móviles en su día a día y para su trabajo. Resulta un reto en ocasiones muy duro educar en un entorno tan cambiante y con información contradictoria de todo tipo de fuentes.
El tono de la guía está enfocado directamente en dar un toque de atención a los padres de los niños de la nueva era digital. Además, hace un particular hincapié en la importancia de los padres de predicar con el buen ejemplo: “es más importante lo que hacemos que lo que decimos. Si decimos una cosa y hacemos otra, harán lo que nosotros hagamos”. Las recomendaciones varían dependiendo de la edad del menor, siendo particularmente estrictas cuanto más jóvenes. La intención es establecer una relación sana con la tecnología, que permita crear un buen clima familiar. Por ejemplo, es esencial evitar el uso de las pantallas a la hora de dormir, comer o jugar. No solo es importante regular el tiempo de uso sino también el lugar, apostando siempre por las zonas comunes y la compañía de los adultos. Según llegan a la adolescencia, es importante respetar sus necesidades de socialización, pero transmitiendo la importancia de valores como la privacidad o la importancia del sueño.
La niñera del siglo XXI
Es una realidad que pese a conocer sus efectos adversos, las pantallas son un recurso que permite a los padres tener tiempo libre y mantener a los niños tranquilos. Es habitual ver a los más jóvenes en el transporte público, en restaurantes o en eventos ensimismados con los contenidos digitales. Para los adultos es un poder inestimable, pero lo cierto es que no permite a los menores la oportunidad de desarrollarse socialmente y cognitivamente. Lo cierto es que aburrirse de pequeño es una manera fabulosa de generar la paciencia y la paz mental que muchos añoran de mayores. Y cuando se trata de estudiar, muchos habrían deseado no tener la dependencia que han desarrollado hacia sus móviles para poder concentrarse mejor. Si las pantallas representan un “ruido de fondo” desde que nacemos, el aprendizaje y la atención pueden verse comprometidos con facilidad. En los centros educativos, la AEP aboga por su prohibición total.
Pero la mayor dificultad se experimenta cuando los niños alcanzan la adolescencia. Se vuelven conscientes de que sus padres no cumplen la mayoría de normas que imponen en ellos sobre el uso de la tecnología y comienzan a tener una gran preocupación por la presión social. En el momento en el que en una clase llegan los primeros teléfonos móviles, es un efecto en cadena. Y a través de las interacciones online existe un riesgo de su uso inadecuado e inmaduro que tiene graves consecuencias. De acuerdo a la OMS, 7 de cada 10 niños en España sufren a diario algún tipo de ciberacoso, y los jóvenes dedican a las pantallas más del doble del tiempo recomendado. En los años críticos en que aprendemos a relacionarnos, a ser conscientes de nuestra salud mental y a madurar sexualmente, la tecnología puede jugar un papel completamente transformador. Pero por desgracia, como suele ser habitual a la hora de ser padres y educar, no hay una respuesta exacta del mejor camino a seguir.