Según las catástrofes naturales parecen ser cada vez más habituales y destructivas, la tecnología del momento podría ayudar a minimizar el daño que ocasionan. Solo este año, se han perdido más de 60,000 vidas por culpa de terremotos. Detectar estos movimientos tectónicos antes de que sucedan puede ser vital, y la IA podría ser capaz de predecirlos.
Predicción de terremotos con la IA
En la historia de la humanidad, los terremotos han sido un elemento de la naturaleza con un potencial destructivo incomparable. Por un lado, los temblores pueden derribar edificios y colapsar las ciudades, pero también pueden ocasionar maremotos cuando suceden cerca de la costa. Sin embargo, pese a que en las últimas décadas hemos logrado comprenderlos mejor y detectar los más pequeños de los sismos, todavía resulta muy difícil predecir cuándo van a suceder. Un terremoto es ocasionado cuando la fricción entre dos placas tectónicas llega a un punto crítico, pero este resulta muy impredecible. Todo podría cambiar gracias a la IA. Científicos de la universidad de Texas han anunciado que han generado un algoritmo con IA capaz de calcular la hora, la ubicación y la intensidad de un terremoto, antes de que suceda. Pero lo más sorprendente es que el sistema ya ha probado su efectividad con sorprendente precisión.
Calcular la intensidad de los terremotos es uno de los factores más importantes. Lo cierto es que estos fenómenos son mucho más habituales de lo que pensamos, pero suelen tener una intensidad muy baja. Sobre todo en las zonas con alta actividad sísmica. Pero a la hora de prepararse para un gran movimiento terrestre, es necesario tener la certeza de que va a ser de una intensidad considerable. De lo contrario, sería necesario evacuar algunas ciudades cada dos por tres. El nuevo sistema de la universidad de Texas ha estado en funcionamiento durante siete meses en su fase de pruebas en China. En este tiempo, el algoritmo ha predecido con precisión el 70% de los terremotos antes de que sucediesen. Pero a pesar de que se trata de un ratio muy alto, con este tipo de fenómenos no es suficiente. Todavía podrían escapar a su predicción algunos terremotos, con consecuencias catastróficas.
El sistema funciona a través del machine learning. La IA ha sido entrenada mediante grandes bases de datos sobre los terremotos del pasado. De esta forma, ha aprendido a detectar patrones en los datos que se obtienen a tiempo real. Así es como puede advertir de un terremoto que se avecina sobre una región. Con más tiempo para seguir aprendiendo, y nuevos datos de distintas partes del mundo, puede que sea capaz de progresar hasta alcanzar un altísimo nivel de aciertos. En palabras de los propios investigadores detrás del algoritmo, la IA ha logrado demostrar que un problema que consideraban imposible de resolver, podría tener solución. Y aquí es cuando se abre el abanico de posibilidades para resolver otros muchos problemas donde se ha estancado el progreso.
La tecnología podría salvarnos del cambio climático
O por lo menos este es un argumento habitual entre los científicos e investigadores. ¿Pero cómo de probable es que la tecnología pueda salvarnos? Por el momento, confiar en el progreso y los descubrimientos futuros es una apuesta arriesgada. Con el cambio climático cerniéndose sobre la humanidad, muchos expertos indican que la tecnología es de las pocas cosas que puede mantenernos con esperanza de cara al futuro. Por ejemplo, con las emisiones de CO2 estamos cerca de llegar a un punto de no retorno. De esta forma, los científicos consideran vital investigar las técnicas de descarbonización existentes (Carbon capture), para retirar el exceso de CO2 que hay en la atmósfera. Pero esto implica arriesgarse a que la tecnología del futuro pueda solventar los problemas del presente. Es cierto que hemos vivido un progreso sorprendente en los últimos años, pero quizás es necesaria una estrategia más segura, como reducir drásticamente las emisiones que liberamos. Por no hablar de los riesgos impredecibles que puede suponer para la vida en la tierra jugar a modificar la composición de la atmósfera o las temperaturas.
Esta mentalidad está presente en otros problemas ligados al calentamiento global. Por ejemplo, con el aumento de las temperaturas, hay quién confía en que se puedan desarrollar técnicas para enfriar la atmósfera o combatir las altas temperaturas. Incluso hay alguna hipótesis curiosa que estudia colocar un filtro en el espacio para limitar los rayos que llegan del sol. Y no es completamente imposible que la ciencia pueda brindar una solución efectiva, pero resulta preocupante pensar que se está convirtiendo en nuestra única opción. Lo mismo sucede con los microplásticos en los océanos. Según se extienden por todas las aguas del planeta, y se fusionan con los peces que comemos, la solución parece cada vez más lejana. En esta ocasión, la ciencia podría crear plásticos biodegradables, máquinas para filtrar el agua marina o peces criados con modificación genética. Pero seguimos produciendo plástico a un ritmo insostenible y tirando más de 10 millones de toneladas al mar cada año. Algunos problemas puede que los pueda solventar la tecnología o la IA, pero muchos tenemos que asumir que corren de nuestra cuenta.