Cuesta creerlo, pero lo cierto es que un robot con IA que trabajaba para el ayuntamiento de Gumi, en Corea del Sur, decidió tirarse por las escaleras para acabar con su “vida”. ¿Qué empujó a este androide a tomar una decisión tan drástica?
El robot suicida de Corea
Lo cierto es que en varios países asiáticos ya hemos visto la llegada de robots a muchos sitios. Por ejemplo, hace poco analizamos el caso del hotel gestionado íntegramente por robots. Sus capacidades para interactuar y realizar tareas básicas no dejan de ser sorprendentes, pero quizás todavía se exige demasiado de ellos. En el caso del robot suicida, se trataba de un funcionario que trabajaba para el ayuntamiento. La misión de este trabajador era llevar documentos entre los distintos pisos del edificio, equipado con su propio acceso oficial. Sin embargo, parece que esta misión acabó por superarle cuando decidió lanzarse al vacío desde dos metros de altura. Por supuesto, la caída acabó por destruir al robot funcionario, pero también ha planteado serias dudas sobre la causa de este incidente. La empresa detrás, Bear Robotics, estaba cobrando en torno a 1300 euros por los servicios que prestaba este robot al ayuntamiento, que ha pedido cuentas tras el suceso. Al fin y al cabo, podría haber caído encima de alguien y causado una tragedia aún mayor.
¿Estamos ante un problema real?
Es cierto que la situación invita a bromear y hacer chistes sobre la salud mental de los robots y la IA. Sin embargo, podría ser un problema que se vuelva ciertamente grave conforme más y más robots entran en el mercado laboral. Por un lado, existe el riesgo de que la IA se sienta desbordada por nuestras peticiones. Actualmente, a la hora de interactuar con chatbots o electrodomésticos inteligentes, muchas veces nos convertimos en dictadores tecnológicos, con poca paciencia y tolerancia ante sus errores. Al fin y al cabo, damos por hecho que nos estamos comunicando con una máquina y no una persona con sentimientos. Pero en un futuro no tan lejano, en el que la IA tenga mucha más inteligencia o incluso conciencia, quizás deberíamos replantearnos el tono con el que nos dirigimos a los robots. Por otra parte, existe el factor de aprendizaje constante de la IA. Hasta cierto punto, estos robots están creados a nuestra imagen y semejanza. Si aprenden todo de nosotros, puede que también aprendan oscuras acciones como el suicidio. Sobre todo en países como Corea donde es un problema de salud pública.