Por si todavía no conoces a la celebridad de internet creada por ordenador, Lil Miquela lleva desde 2016 acumulando seguidores. Con 2,7 millones de usuarios que la siguen en Instagram, es una de las mayores influencers del mundo, pese a que no es humana. Te contamos la historia completa sobre este sorprendente e inquietante personaje.
¿Quién es Lil Miquela?
Inicialmente, lo único que se conocía de ella es que era una modelo adolescente procedente de California, que publicaba fotos con marcas de ropa en Instagram, pero que tenía algo desconcertante en su rostro. Algo artificial. Cuando comenzó a correrse la voz sobre una celebridad virtual, había cantidad de rumores sobre quién estaba detrás de esta creación. Algunos pensaban que se trataba de una modelo real que ocultaba su rostro con un filtro, otros que se trataba de un animatrónico hecho con la última tecnología, o incluso que era un robot pilotado por la IA. En 2018, según Lil Miquela superaba el millón de seguidores en Instagram, Trevor McFedries y la empresa Brud confirmaron que estaban detrás de este proyecto. Se trataba de un experimento para llevar el storytelling y la simulación hiperrealista a otro nivel. De esta forma, según fue ganando popularidad, se construyó su personalidad simpática, juvenil y atractiva, logrando que cada vez más marcas fueron seducidas por su propuesta.
Hoy es la influencer virtual más grande del mundo. Igual que una estrella de carne y hueso, ha conocido y compartido fotos con las mayores celebridades del momento, desde Diplo y Bella Hadid hasta Rosalía. Marcas como Calvin Klein y Prada patrocinan su imagen, haciendo que gane más de 10 millones de dólares al año, y recaudando 10,000 dólares por cada post. Toda su vida y sus aventuras están hechas por ordenador, pero esto no parece importarle a sus fans, que disfrutan siguiendo su día a día como si fuese una persona real. En TikTok supera los 3,5 millones de seguidores, y algunas de sus canciones en YouTube tienen más de 7 millones de reproducciones. Porque según ha crecido su fama, también se ha atrevido a probar con la música, de la misma forma que Gorillaz o Hatsune Miku. Su valor como un producto de marketing es incomparable, pero también se ha convertido en una activista de la justicia social, apoyando causas como el Black Lives Matter.
La moda de los influencers virtuales
En junio de 2018, Lil Miquela fue nombrada una de las “25 Personas Más Influyentes de Internet” por la revista Time. Desde luego resulta sorprendente que el requisito de ser humano no influya en el criterio de selección. Pero lo cierto es que al ver lo lejos que ha llegado Lil Miquela, es posible que en el proceso haya logrado abrir muchas puertas para otras creaciones virtuales. Ya han aparecido otras como Shudu Gram, la supermodelo virtual que lucha por dar visibilidad a los derechos raciales y la igualdad de oportunidades en la industria. Otro ejemplo es Noonoouri, una creación que se asemeja más a un personaje de animación pero que ha colaborado con Kim Kardashian y Dior entre otros. Detrás de ambas también hay artistas y equipos dedicados a cuidar todo sobre su imagen online. Lo que parece claro es que tanto a las marcas como a los seguidores, las influencers virtuales les resultan fascinantes, y esto solo apunta a que van a seguir creciendo hasta límites insospechados.
Los riesgos de los influencers virtuales
En muchos sentidos, una celebridad creada por ordenador puede ofrecer muchas ventajas frente a una persona real. Su apariencia puede ser diseñada al milímetro y permanecer sin alterar indefinidamente, por no hablar de que es poco probable que aparezca en un escándalo y sea cancelada. Para una marca que apuesta por exponer su imagen en una colaboración, esta garantía vale oro. Pero esto también tiene un lado oscuro, ya que las influencers virtuales creadas por ordenador promueven unos ideales de belleza completamente inalcanzables. Desde su físico a su cara, son un ejemplo del canon de belleza occidental y moderno, sexualizado y objetificado. Además, todo lo que dicen y hacen está determinado por un equipo de marketing, por lo que de manera inevitable carecen de un lado humano y sensible, por mucho que se esfuerzan en transmitirlo. Para los usuarios más jóvenes que siguen de cerca todo lo que dicen y hacen sus estrellas predilectas, hay un riesgo importante. Con los nuevos avances de la IA será ciertamente intrigante ver si llega un punto en que las influencers virtuales se vuelven completamente autónomas. Parece que ni las influencers tienen el trabajo asegurado con la revolución de la inteligencia artificial.