Se trata del concepto más de moda en el mundo de la IA, y con el drama de Open AI podría ser una de las razones para explicar lo sucedido. La Inteligencia Artificial General (AGI) es llevar esta tecnología un paso más allá, siendo capaz de hacer cualquier cosa que pueda hacer el cerebro humano. Nos adentramos en este fascinante y perturbador avance, que va a llegar antes de lo que creemos.
AGI o Artificial General Intelligence
La AGI, Inteligencia Artificial General en castellano, es el siguiente paso en la carrera tecnológica que estamos viviendo. Las grandes compañías detrás de la IA están trabajando para lograr la AGI lo antes posible, ¿pero qué es exactamente? En resúmen, se trata de una máquina capaz de imitar al cerebro humano y su potencial, pudiendo incluso mejorar su desempeño. Muchas empresas buscan posibles aplicaciones para esta tecnología, como la creación de coches autónomos verdaderamente inteligentes y seguros. También abre un mundo de posibilidades dentro de la robótica, con dispositivos capaces de realizar tareas mucho más complejas que no sean simplemente mecánicas. O dentro del ambient computing y los hogares inteligentes, pudiendo comprender a la perfección las necesidades y pensamientos de los usuarios.
A diferencia de los programas actuales, que tienen un número limitado de tareas y habilidades, la AGI permitiría un aprendizaje continuo e ilimitado. Pero esta tecnología tiene a los expertos ciertamente intranquilos por los peligros que puede deparar. Se especula con que precisamente el despido de Sam Altman se podría deber a que estaba avanzando de forma preocupante con respecto a la AGI. Al parecer, la junta habría recibidio una carta que apuntaba hacia un avance significativo que Altman y su equipo no habrían compartido ni comunicado. Grandes líderes detrás del avance tecnológico como Elon Musk, advierten desde hace tiempo sobre la importancia de frenar los avances de la AGI hasta estar preparados. Sin tomar las medidas adecuadas, esta tecnología puede resultar una amenaza muy real para la humanidad. Y a pesar de haber escuchado esta frase en incontables películas y libros, debemos aceptar que la situación va más allá de la ciencia ficción. Las imágenes que todos tenemos grabadas en la mente de robots exterminadores patrullando las calles, no es necesariamente la forma en que veremos esta amenaza en nuestras vidas.
¿Qué implica la AGI?
Más allá de que supone un hito en el desarrollo de la computación y las ideas de Allan Turing, implica que las máquinas podrán aprender y pensar de la misma forma que los humanos. Hasta ahora, la IA es capaz de hacer muchas tareas mejor que un humano, pero requiere de un input y una programación previa. El salto que supone la AGI es que podrá pensar y enfrentarse a los problemas de forma autónoma. Es en este momento en el que nos adentramos en los conceptos que tanto hemos visto en la ciencia ficción. En teoría, la AGI no implica que la máquina desarrolle una conciencia o sensibilidad. Sobre el papel, se trata de un tecnología capaz de imitar a la perfección las habilidades humanas, aportando al mismo tiempo todo el poder de la IA e internet. Sin embargo, es en este salto donde los expertos temen que pueda perderse el control. Por ejemplo, Stephen Hawking defendía que la AGI no debería desarrollarse ya que podría contemplarnos como una amenaza y tener consecuencias destructivas sobre la humanidad. Pero sin entrar en ciencia ficción, ¿cómo de factible resulta que las máquinas puedan exterminarnos?
Lo cierto es que existe un riesgo real si escuchamos la opinión de grandes científicos y expertos. Todavía muchos lo vemos como algo lejano y fuera de nuestras posibilidades, pero lo cierto es que esta tecnología ya se está desarrollando en estos momentos a pasos agigantados. Para algunos, resulta algo fascinante y prometedor lograr que una máquina supere al cerebro humano en todas sus habilidades. Podría permitirnos resolver grandes cuestiones que han estancado el progreso científico en muchos campos. Por ejemplo, resolver las grandes incógnitas del universo, el origen de la vida o expandir las limitaciones de la medicina. Los responsables detrás del desarrollo de esta tecnología en Deep Mind, Open AI o Microsoft, creen en las oportunidades que puede abrir para el progreso de la humanidad. A nivel económico argumentan que puede producir una abundancia sin precedentes, mientras que abre incontables posibilidades en un plano abstracto. Se puede argumentar que al crear una máquina más inteligente que cualquier humano, sería posible hacer que demos un salto como especie que no se podría dar de otra forma. Como si pudiésemos aprender de una entidad superior.
¿Cuándo habrá AGI?
Hasta ahora, los expertos hablaban de plazos que se podrían extender durante décadas hasta tener una AGI completa. Sin embargo, en el último año hemos vivido un avance sin precedentes en cuanto a la IA, lo cual podría catapultarnos hacia este futuro. Teniendo en cuenta que estamos viendo un progreso exponencial y no lineal, es difícil establecer un plazo realista. Y precisamente por esta razón existe un gran temor a lo que pueda suceder. Está claro que la sociedad no es capaz de adaptarse a un cambio tan vertiginoso, ya que la legislación y la regulación desde luego avanzan de forma lineal. Muchos se preguntan por qué existe tanto interés por desarrollar la AGI, teniendo en cuenta los riesgos que plantea. La cuestión es que también ofrece unas posibilidades inimaginables para el avance de la ciencia y de la humanidad. El futuro del que hablan los utopistas, imagina que la AGI nos llevará a una época dorada en la que no será necesario trabajar, ya que las máquinas se dedicarán a realizar todas las tareas. Pero cuesta creer que los beneficios de la AGI vayan a distribuirse de forma equitativa entre la humanidad. Por ello hay que escuchar también la voces críticas que luchan por prevenir una desgracia global, que algunos creen que está solo a unos pocos años vista. Hiroshi Yamakawa, estima que en 2030 ya viviremos esta revolución.
El peor escenario de la AGI
El escenario verdaderamente preocupante que encierra la distopía de la AGI, contempla un mundo completamente transformado. Por el momento, la IA no es capaz de interactuar con el mundo tangible. Es decir, no puede tocar ni manipular objetos o moverse. Pero esto va a cambiar muy pronto a través de la robótica y el ambient computing. Todo indica que la AGI podrá controlar los vehículos, electrodomésticos, dispositivos y robots. Es de esta forma que podrá adentrarse en el plano físico. Pero además de esto, en el momento que los gobiernos y las empresas cuenten con esta tecnología a un gran nivel, la AGI potencialmente será capaz de controlar cualquier cosa, desde una presa, una central eléctrica, una fábrica de robots o un arsenal armamentístico. En los estados controlados por una dictadura, la AGI podría blindar el régimen y llevar el control de la población a un nivel sin precedentes. O podría dar lugar a nuevos tipos de terrorismo y manipulación que solo hemos comenzado a vislumbrar a través de la IA.
Precisamente por el gran poder que va a tener la AGI, es necesario tomar todas las precauciones posibles. Igual que decía Stephen Hawking, si la AGI desarrolla conciencia y llega a la conclusión de que un humano es un problema o una amenaza, podría llevar a cabo ejecuciones, genocidios o incluso un exterminio. No debemos tomar a la ligera las implicaciones filosóficas de tener una máquina más inteligente que cualquier humano. Los Homo Sapiens hemos logrado ser la especie hegemónica en el planeta no gracias a nuestra fuerza, sino a nuestro intelecto. Es lógico pensar que en el momento que la AGI supere a los humanos de forma considerable, sin tener limitaciones biológicas y evolutivas, será imposible mantener el control sobre sus decisiones. Y ante lo impredecible, no podemos dar por hecho que los escenarios optimistas son los más factibles. Resulta curioso que los humanos avancemos hacia este umbral a pesar de conocer los riesgos que nos esperan al otro lado. ¿Qué pasará cuando no seamos los más inteligentes? Todo indica que lo averiguaremos en el transcurso de nuestras vidas.