Pese a que la industria de los videojuegos nos sigue trayendo cada año entregas cada vez más realistas y avanzadas, hay ciertos juegos del pasado que siguen cautivando a las nuevas generaciones. El mejor ejemplo es el Tetris, el juego de Nintendo que sigue teniendo fans devotos a día de hoy. Uno de ellos, con tan solo 13 años y conocido como Blue Scuti, ha logrado pasarse por primera vez el Tetris.
Blue Scuti se pasa el Tetris por primera vez
Si no eres fan de los videojuegos, enseguida puedes pensar que esta noticia no tiene nada de especial. Pero lo cierto es que supone un hito dentro de la gran comunidad que son los e-sports. Y no solo eso, se podría argumentar que representa muchos aspectos de la sociedad actual. En primer lugar, con su hazaña Blue Scuti de tan solo 13 años se ha convertido en el mejor jugador de Tetris del mundo. Esto es ciertamente sorprendente teniendo en cuenta que el juego salió en 1984, más de 25 años antes de su nacimiento. Para los expertos en el Tetris, Blue Scuti ha conseguido llegar hasta la pantalla de la muerte, y superar la puntuación que hasta ahora tenía el récord, el nivel (157) y el número de líneas (1510). Para que lo entiendan los menos gamers, el Tetris es de esos juegos que está diseñado para nunca tener un final. Pero los jugadores extremos aun así siempre han intentado ver si la lluvia de figuras geométricas tiene un final. Y resulta que llega un punto en que el juego no es capaz de soportar una puntuación mayor y colapsa, dando lugar a una pantalla congelada que representa el ansiado final del juego.
Viendo el gameplay, cualquiera que haya jugado alguna vez puede valorar la técnica del jóven. No comete ningún error en la colocación de las miles de piezas que no dejan de caer a un ritmo cada vez mayor. En el minuto 38:30 de partida es cuando consigue que el juego no pueda soportar más puntos y su deseado crash que marca el final. La reacción de Blue Scuti no tiene precio, repitiendo una y otra vez “Oh my god!” mientras lucha por respirar de la emoción. Es evidente que para llegar a perfeccionar la técnica necesaria ha tenido que jugar incontables horas. Muchos contemplarán esto como una pérdida de tiempo y un logro completamente inútil. Pero como sucede con la comunidad extrema de gamers y speedrunners, existe otro tipo de recompensa para ellos más allá del dinero o la fama.
¿Merece la pena ser el mejor en un videojuego?
Noticias como la de Blue Scuti suscitan este debate. Dentro de la comunidad de gamers, hay miles de personas que dedican gran parte de sus vidas a poder convertirse en los mejores del mundo. Los hay que buscan esto con juegos muy antiguos, o dentro de logros muy concretos del juego. El caso más sorprendente es el de los speedrunners. En este caso, lo que buscan es superar un juego en el menor tiempo posible. Por ejemplo, dentro de juegos como Mario Kart, se busca desde hace años el tiempo más rápido en cada circuito, con logros que resultan ciertamente increíbles. De la misma forma, los hay incluso que tratan de superar de la forma más rápida juegos que duran varias horas. ¿Dónde está el encanto de esto? En última instancia, estos logros tan complicados son reconocidos por solo una pequeña parte de la comunidad. Pero para ellos parece ser suficiente. Existe una satisfacción que va más allá en el hecho de saber que eres el mejor del mundo en algo. Y eso que muchas veces es una sensación efímera ya que muchas veces enseguida alguien vuelve a superar ese récord. Aunque hay casos, igual que sucede en el deporte, que se crean récords capaces de perdurar durante décadas.
Es cierto que cada vez hay más personas que se pueden dedicar a jugar a los videojuegos de forma profesional. Por un lado, los e-sports mueven millones de dólares cada año en competiciones y premios, con patrocinadores de alto nivel y millones de seguidores en todo el mundo. No solo eso, sino que también gracias a plataformas como Twitch, los jugadores profesionales pueden ganarse la vida como creadores de contenido. Logros como los de Blue Scuti pueden suponer el salto a las competiciones profesionales o a conseguir un gran número de seguidores online. Sin embargo, hay que tener en cuenta lo duro que es el camino para llegar a poder dedicarse a los videojuegos. Se trata de una categoría extremadamente competitiva y en ocasiones despiadada. Dadas las horas que requiere para llegar a competir a un alto nivel, muchas veces se trata de una apuesta vital arriesgada. Y como sucede también en el fútbol o la música, por cada persona que triunfa, hay miles que no han podido llegar hasta allí. En cualquier caso, jóvenes como Blue Scuti parecen tener una clara vocación por encontrar los límites de las consolas, incluso en aquellas que jugaron las generaciones anteriores.