Hace unos meses habría resultado difícil de creer que una plataforma como Twitter cambiase de nombre de la noche a la mañana, y menos a algo tan lejano como es X. Pero parece que la moda del renaming podría llegar hasta los propios países. El gobierno de Modi podría aprobar una resolución para cambiar el nombre de India a Bharat. Solo unos meses después de volverse el país más poblado del mundo superando a China, podría ser el país más grande en realizar un cambio de nombre.
¿Se convertirá India en Bharat?
Los rumores llevan unas semanas indicando que el gobierno podría planear realizar un cambio del nombre del país en la próxima sesión extraordinaria del parlamento, el 18 de septiembre. La especulación empezó a raíz de que las invitaciones enviadas al G20 para la cena organizada por el presidente de India estaban firmadas por el “Presidente de Bharat”. Precisamente el 9 de septiembre, cuando se celebra esta cena, comienza la cumbre anual del G20 que tendrá lugar en Delhi y que contará con la presencia de los políticos más importantes del panorama internacional. Dada la complicada situación diplomática que ha provocado la guerra de Ucrania, la reunión no contará con la asistencia de Putin ni Xi Jingpin. Pero para Modi y su partido, esta es la ocasión perfecta para reivindicar su independencia y su autonomía, por lo pronto haciendo uso del nombre tradicional del país en la nomenclatura oficial.
Bharat en realidad hace referencia al nombre de India en sánscrito, la lengua clásica del país. Sin embargo, el cambio de nombre tiene importantes connotaciones políticas que han avivado el debate. Por un lado, el cambio de nombre no deja de ser una estrategia más para dejar atrás su pasado colonial y distanciarse del gran impacto que tuvo el imperio británico durante varios siglos. Recordemos que la India fue la colonia más importante británica desde aproximadamente 1770 hasta 1947, cuando logró su independencia con los esfuerzos de Mahatma Ghandi. Los gobiernos independientes desde entonces han abogado por enterrar el legado colonial de distintas maneras, y el cambio de nombre podría ser la última decisión de esta política. Bharat también es como se llama al país en hindi, y aparece en la propia Constitución India como una forma válida de referirse al estado. Incluso las estrellas nacionales de criquet han defendido cambiar el nombre del país en sus camisetas para luchar contra la presencia de lo que consideran símbolos de opresión colonial.
Curiosamente, el cambio de nombre ha despertado una reacción negativa por parte de la oposición en el país. Shashi Tharoor, uno de los líderes del partido de la oposición defendía que: “pese a tener un sentido constitucional, el cambio de nombre implicaría destruir el incalculable valor de marca acumulado durante siglos que tiene India”. Lejos de defender el dominio británico, ya que Tharoor ha escrito una extensa obra criticando el imperialismo, su preocupación se centra puramente en el branding del país. Además, muchos perciben que las políticas de Modi ponen en riesgo los derechos humanos y los valores democráticos del país. El nacionalismo que defiende podría ser extremista y dar lugar a discriminación. Mientras tanto, el actual presidente se aferra a la importancia de tener nombres autóctonos, también habiendo cambiado calles, islas y edificios. En las próximas semanas sabremos si el cambio de nombre se lleva a cabo con todo lo que conlleva. Lo que está claro es que los nombres tienen más importancia de lo que parece, y pueden tener grandes implicaciones en la percepción que tiene una nación de sí misma y de cara al resto del mundo.
Los cambios de nombre de países
Pese a que pueda parecer insólito, en la historia reciente ha habido más casos de países que han optado por un cambio de nombre, algunos más sutiles que otros. En cualquier caso, la motivación política o ideológica muchas veces ha estado detrás de estas decisiones oficiales. Pero también huelga mencionar que muchos países están aplicando una mirada desde el marketing y el branding hacia la denominación de su tierra.
Hace un año, Erdogan promovió que a Turquía se la conociese internacionalmente como Türkiye ya que en su opinión “es la mejor representación y expresión de los valores, la cultura y civilización turcas”. En este caso, el presidente estaba preocupado de que a su país se le asociase con un pavo (“turkey” en inglés).
También ligada a la imagen que deseaba proyectar de su país, Holanda pasó a llamarse Países Bajos en 2020. La intención era distanciarse de los estereotipos sobre la droga y la prostitución legales que promovía Amsterdam.
Por su parte, Macedonia pasó a llamarse Macedonia del Norte en 2019 para mejorar sus relaciones con Grecia de cara a entrar en la OTAN y la UE. En ese caso, la disputa por el nombre que reclamaban los griegos como suyo, llegó a crear inestabilidad en la región.
Igual que lo que pretende hacer India, Suazilandia pasó a llamarse Reino de Esuatini en 2018 para alejarse de su pasado colonial. En este caso, buscaba distanciarse de la frecuente asociación con Suiza.
El gobierno de la República Checa decidió en 2016 promover el nombre de Chequia en el entorno internacional para impulsar su abreviatura. La intención era encontrar un nombre más corto y fácil de recordar para poder asociarlo a los productos de esa procedencia. En este caso, lo cierto es que el renaming no ha tenido tanto éxito.
Por último, Sri Lanka pasó a llamarse así en 1972, ya que antes el nombre del país era Ceilán. Nuevamente, el objetivo era romper con la tradición colonial del país, también parte del imperio británico entre 1815 y 1948.