En el mundo tan acelerado en que vivimos, los hábitos de consumo han cambiado tanto que hemos llegado al punto en que muchos usuarios consumen todo el contenido a cámara rápida. Poder acelerar la velocidad de reproducción es una función que cada vez más personas buscan en las redes sociales y las plataformas de streaming. ¿A qué se debe esta prisa?
El contenido acelerado
Ver el contenido en 1.25 o más rápido es la norma para muchos. Antes era necesaria una extensión del buscador para poder acelerar los videos, pero cada vez más plataformas están incorporando la función de acelerar el contenido. Lo podemos encontrar en YouTube o Netflix, pero también en WhatsApp. Las notas de voz rara vez se escuchan a un ritmo natural. ¿Pero acaso deberíamos ver la ficción también de forma acelerada? Cuando estamos viendo una película o un video de un creador, quizás el Speedwatching repercute de forma negativa en lo que vemos. Tradicionalmente, el ritmo ha sido una de las claves con las que el formato audiovisual ha jugado. Los silencios y las pausas indudablemente otorgan un efecto a lo que vemos, pero si lo vemos a cámara rápida esto se diluye. Y lo mismo se puede argumentar de las interpretaciones. A una mayor velocidad es cierto que se puede absorber mucho más rápido la información, pero se pierde la esencia del contenido. Por no hablar de que el tiempo que ahorras difícilmente puede tener un impacto significativo en tu vida.
Sin embargo, teniendo en cuenta este hábito de los usuarios, también comenzamos a ver contenido que se adapta a esta aceleración. Algunos creadores ya aceleran sus propios videos para poder captar la atención de los usuarios y adaptarse a su necesidad de velocidad. Personalmente, aunque no soy partidario del consumo hiperacelerado de información que se estila, he de reconocer que también veo muchas cosas a cámara rápida. Al saber que tienes la opción de verlo más rápido, muchas veces caemos en la tentación con el objetivo de terminar cuanto antes lo que estamos viendo. Ya sea un podcast o una serie, hay partes que se pueden hacer lentas y preferimos darles un poco de dinamismo. Además, cada vez es más complicado estar al día con todas las novedades y los contenidos de moda. Es imposible verlo todo, pero aun así lo intentamos. Pero es cierto que el Speedwatching se siente en ocasiones forzado y artificial. Puede resultar agotador aguantar a este ritmo. ¿Por qué hacemos esto entonces?
Contenido acelerado para una sociedad acelerada
Solo tiene sentido ver algo con prisa cuando vivimos todo con esta prisa. Lo que muchos nos preguntamos es de dónde viene precisamente esta necesidad de verlo todo más rápido. Hasta cierto punto, el mundo en el que vivimos tiene la culpa. La productividad se ha convertido en lo más importante para muchos, buscando constantemente herramientas o fórmulas para poder ahorrar unos pocos minutos al día. Algunos incluso consideran que vivimos bajo una esclavitud autoimpuestas para aprovechar al máximo el tiempo. ¿Pero acaso verdaderamente somos más productivos con el Speedwatching? Es cierto que puedes ver el contenido en unos pocos minutos menos, pero la cuestión reside en qué destinas ese tiempo que tanto te has esforzado por ganar. Muchas veces es para intentar ver más contenido, o poder encajar tiempo de descanso en nuestra apretada rutina. Aunque como siempre se ha dicho, las prisas nunca fueron buenas. Si descansas con prisa, ¿acaso estás descansando? Y lo mismo podemos aplicar a trabajar o aprender.
No podemos negar también que esta falta de tiempo tendemos a romantizarla. Alguien muy ocupado responde al canon actual de una persona activa y a la orden del día. Mientras sigamos considerando que aprovechar el tiempo hasta el último segundo es lo ideal, la prisa seguirá haciéndose un hueco en nuestras vidas y en nuestra forma de consumir. Porque también es cierto que está muy de moda aplicar a todo el: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Al espectador le gusta tener la posibilidad de adaptar todo a sus necesidades. Poder comprimir o estirar lo que está consumiendo a su gusto. Pero la cuestión es que determinados contenidos son incompatibles con la prisa y la brevedad. Pongamos una obra profunda que requiere de reflexión y paciencia. Se queda fuera del alcance del speedwatching. Y lo más preocupante es que el speedwatching es adictivo. Una vez lo pruebas, volver al ritmo normal es como sentir que va todo a cámara lenta. De esta forma, es como lentamente perdemos la atención, la concentración y la paciencia. Por suerte, siempre podemos parar, meditar y seguir.