Esta semana ha visto la luz una revisión científica que mediante 17 estudios ha demostrado que las gafas de luz azul “no han demostrado propiedades contra la fatiga ocular ni en favor de la calidad del sueño”. Esto contradice la idea que frecuentemente promueven las empresas de este producto que pretendía ser revolucionario. Con el considerable aumento del tiempo que pasamos cada día frente a una pantalla, es lógico pensar que unas gafas especiales puedan aliviar la irritación de los ojos y el cansancio. Pero spoiler, son unas gafas que solo sirven para el postureo. Si conoces a alguien que las use, mandale este artículo para desmentir todo lo que te ha estado contado.
Un éxito publicitario
Desde el punto de vista del marketing, tiene un mérito encomiable lograr que personas con una vista perfecta se compren gafas. De hecho, desde su irrupción en el mercado, muchas ópticas han apostado por esta tecnología ya que resulta muy rentable. Muchas veces los usuarios están dispuestos a pagar mucho más por este extra, o animarse a comprar un par de gafas adicionales. Como en otros casos, la publicidad es capaz de vender una función pseudocientífica a través de conceptos lógicos que llegan al público general, independientemente de las pruebas científicas. En esta ocasión, el argumento estrella es que las lentes son capaces de filtrar las ondas de luz perjudiciales que desprenden las pantallas de los móviles y ordenadores. De esta forma, los usuarios pueden cuidar su reloj biológico y no arriesgarse a estar expuestos durante muchas horas al brillo artificial. Salvo que en muchas ocasiones, son las propias empresas que venden estas gafas las que promueven los falsos temores y riesgos de las pantallas. Los propios conceptos como “luz azul” y “fatiga ocular” son manipulados y utilizados de forma incorrecta por parte de estas empresas. Igual que en el film de Amenábar: Abre los ojos.
Un fracaso científico
Pero pese a lo que prometen los anuncios, la realidad es muy distinta. En la práctica estas gafas parecen demostrar que no suponen una protección efectiva, ni para la fatiga ocular ni para mejorar la calidad del sueño. Desde los círculos científicos y de expertos, hace años que hay un esfuerzo por desmentir las ventajas que aseguran ofrecer estas gafas. En el corto plazo por lo menos, no hay ninguna evidencia científica de que puedan tener efectos positivos, mientras que algunos estudios sí apuntan a que podrían ser perjudiciales. La profesora de optometría, Laura Downie es la que ha conducido esta extensa revisión científica para demostrar que incluso las prescripciones de los oculistas están erradas. Se estima que en el año 2018, un 75% de los oculistas estaba recomendando usar estas lentes. Y pese a la evidencia esto sigue ocurriendo, muchas veces por desinformación, no por mala fe.
Lo cierto es que la luz que emiten las pantallas sí tiene un efecto negativo en nuestra salud ocular y nuestra capacidad para conciliar el sueño, pero las gafas de luz azul no son la solución. Los expertos recomiendan reducir el brillo todo lo posible y evitar su exposición prolongada, sobre todo antes de intentar dormir. Los efectos negativos de las pantallas se pueden explicar porque cuando estás delante del ordenador, parpadeas menos, provocando sequedad, y centras la vista en un punto concreto y muy cercano. Esto se puede solucionar simplemente con descansar unos minutos la vista, igual que cuando llevamos mucho tiempo leyendo o dibujando. La cuestión una vez más será, si pese a la evidencia científica las gafas de luz azul se siguen vendiendo, todavía utilizando el miedo y las mentiras como estrategia. Yo apuesto a que el marketing seguirá ganando esta batalla.