Han dado la vuelta al mundo las imágenes de Nochevieja en París. Más de un millón de personas se reunieron en los Campos Elíseos para recibir el nuevo año, lo que dejó impactantes planos de miles de teléfonos móviles en el aire según se realizaba la cuenta atrás. Hasta cierto punto hemos normalizado esta actitud, pero quizás se acerca a un punto crítico…
¿Estamos normalizando la adicción al móvil?
Muchos sienten miedo al contemplar las imágenes de París. Resulta sorprendente y preocupante que tantas personas no sean capaces de vivir el momento y solo se preocupen de capturarlo con su smartphone. Pero no solo eso. También es perturbador el hecho de que muchos no son conscientes de lo que representan estas imágenes. Tanto entre el público como online, muchos hemos normalizado ver a tantas personas con su móvil allá donde van. En la mayoría de conciertos ya ni siquiera resulta sorprendente ver a miles de personas de esta forma. Uno se asusta al sentir estos mismos impulsos cuando está rodeado de personas que graban el espectáculo. Al fin y al cabo, ya hemos visto con la famosa Sphere de Las Vegas o los conciertos de Coldplay que esto es algo que buscan los artistas. Miles de personas grabando el show implica que un número exponencialmente mayor de personas lo va a ver luego en redes sociales. Y es fácil pensar que resulta inocuo grabar un espectáculo, o que la mayor parte del público lo haga. Pero al ver cosas como lo sucedido en París, uno se replantea si verdaderamente deberíamos normalizar esto.
Por alguna razón, ya no es suficiente asistir a un evento. Tienes que documentarlo y compartirlo. Tenemos una irracional e irrefrenable necesidad de capturar con el móvil lo que estamos viendo. En parte, se debe al temor inherente de olvidar. Es un miedo recurrente y presente en los humanos desde siempre. Al poder grabar y almacenar los recuerdos, vencemos temporalmente esta preocupación al olvido. ¿Pero acaso no estamos acelerando el olvido? Sin detenimiento para absorber y asimilar lo que percibimos, se diluye nuestra capacidad de recordar. Pero por encima de todo, si no hacemos el esfuerzo de recordar, perdemos la habilidad de hacerlo. Dentro de muy poco, cuando podamos grabar todo lo que veamos con nuestras gafas, tal y como busca Zuckerberg, esto cambiará. Ya no será necesario sujetar el móvil en alto, y lo vivido en París será parte del pasado. Pero el problema no dejará de crecer. Seguiremos dependiendo de un dispositivo para capturar lo que vivimos.
Smart phones are celebrating New Year at Paris.
— Manas Muduli🇮🇳 (@manas_muduli) January 2, 2024
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La vida es lo que sucede mientras miras el móvil
Las navidades son una gran ocasión para pasar tiempo con personas de otras generaciones. Interactuando con los más pequeños de la familia, es donde resulta mas impactante la dependencia del teléfono móvil. Muchas veces aprovechan cada segundo libre para mirar las pantallas, y se les nota perceptiblemente alterados cuando no lo hacen. Igual que si fuesen adictos. Los padres tienen a su alcance nuevas herramientas, como aplicaciones de control parental para monitorizar y restringir el uso que hacen de internet. Pero en la práctica, es indiferente. Ya sea por las redes sociales o el último juego de moda, les resulta imposible levantar la mirada de su móvil. Mientras tanto, grandes conversaciones cruzan la mesa y se desperdician ocasiones para interactuar con familiares lejanos. Sobre todo, se pierde la oportunidad de escuchar a los más mayores, que tanta sabiduría nos pueden aportar. Aunque esta información no sea híper acelerada y optimizada para el consumo, no deja de ser valiosísima.
Lo que podemos aprender de las imágenes de París esta Nochevieja, es que no estamos predicando con el mejor ejemplo como sociedad. La mayoría de los presentes no eran menores, pero no había apenas excepción entre los que grababan. El poder de los móviles es tan fascinante que inevitablemente absorbe a personas de todas las edades. Para algunos es con lo que han crecido, pero para otros es la tecnología que han esperado toda su vida. Según la tecnología no para de mejorar y de inundar cada rincón de nuestras vidas, uno no puede evitar preguntarse si llegará a un punto crítico. Al fin y al cabo, el uso de los smartphones no deja de ser un comportamiento social. Si nadie lo hiciese, probablemente tampoco lo haríamos. Ya vemos también espectáculos que precisamente prohíben el uso de teléfonos móviles. Desde luego, a pesar de perder la libertad de grabar el espectáculo, se disfruta de otra manera. Hasta cierto punto, es liberador. Quizás si le diesemos una oportunidad a este formato nos sorprendería que la realidad tiene muchos encantos. Bueno, por no hablar de que existen equipos profesionales dedicados a documentar los eventos. También podemos darles una oportunidad.